viernes, 11 de mayo de 2012

¿CÓMO VEO LA CAVERNA DE PLATÓN?

Noe German Rendón Jara
Amicus Plato sed magis amica veritas
"Platón es (mi) amigo, pero la verdad es más (mi) amiga".
 Ammonio en su obra La vida de Aristóteles.

           
            Para comenzar, y pensando en que esto lo pudiera leer alguien que no conoce a Platón y, por lo tanto, menos su obra, hay que explicar que cuando nos referimos a “La caverna de Platón” nos referimos a una parábola que escribió Platón en el libro VII de “La república”.  Lo digo porque se puede caer en el error de pensar que “La caverna de Platón” se refiera a un sitio que existió físicamente en algún momento o, peor aún, se le puede dar una connotación soez. Está prevención parecería más obscena para algunos que la misma acepción soez que se pueda dar a la frase la caverna de Platón; pero me parece que lo que hace Platón en su texto es un tanto parecido a lo que yo hago con mi introducción.
            En honor a la verdad hay que decir que la historia no sería la misma sin la presencia de Platón, su obra es importante porque a partir de sus ideas se han desarrollado trascendentes instituciones para la humanidad como lo es el Cristianismo. Es precisamente el Cristianismo y en particular el Catolicismo quienes comparten con Platón esta visión soez de la que hago referencia en mi introducción. Para entender lo anterior habría que hacer otra aclaración: “Platón, a diferencia de Hegel, no era un idealista. Para él, sus ideas eran entidades reales. A decir, eran más reales y ontológicamente hablando, mejores, que las copias sensibles. En este sentido, se puede decir que funcionaban como paradigmas.”[1] Es precisamente en el campo de los paradigmas llevados a dogmas donde yo encuentro repelencia a la idea de un mundo ideal o de las ideas.
            Si existe un mundo bueno, perfecto y único (según los trascendentales); y todos solo tenemos la posibilidad de aspirar a él, entonces se cancela la posibilidad de crear mundos alternos, pues se les consideraría malos e imperfectos, por lo tanto mi abuelita estaría equivocada cuando me enseño que cada cabeza es un mundo. La posibilidad de crear buenos y perfectos mundos, es la que da su sustento a la creación artística y por eso Platón y los artistas no nos llevamos.
            ¿Y donde se encuentra lo soez en la parábola de La caverna de Platón? Lo soez en realidad no está en la parábola misma, de hecho es un parábola que Platón utiliza para hacer entender la necesidad de educar a los dirigentes de la polis, cosa muy prudente que en nuestros días no nos caería nada mal. Es en la idea de un mundo ideal único donde yo veo problemas, pues cada uno gracias al estudio podría llegar a dilucidar un mundo ideal válido, pero este mundo ideal podría ser tomado por otro sujeto como un mundo malo e imperfecto por el hecho de no coincidir con el mundo ideal al que han conducido los estudios de dicho sujeto. A partir de esta reflexión me parece que estaríamos condenados a vivir eternamente en la obscuridad, en un mundo de cavernas donde el estudio sólo nos podría llevar a separarnos del común de los seres que viven en penumbras para pasar a otra caverna apenas un poco mas iluminada que la anterior pero en soledad. Si el estudio no nos lleva a la luz de una verdad única, otros parados desde su verdad nos podrán considerar a nosotros equivocados y por lo tanto en penumbras; ellos pueden a su vez ser correspondidos por nosotros y ser considerados ignorantes habitantes de las cavernas. Construimos así una red de cavernas donde quizá los más felices sean los ignorantes que se encuentran en la caverna mayor, todos juntos y sin hacer el esfuerzo por saber más allá de lo que se les presenta. El resto de los seres se encontrarían más solitarios encerrados en su verdad que los demás consideran caverna.
            Parecería que hago una invitación a la alienación, donde todos nos quedemos ignorantes pero felices. No, lo que me gustaría es que todos mediante el estudio encontráramos nuestra verdad, nuestra luz, dentro de nosotros y que al salir de la caverna nos convirtiéramos en referente para los otros, es decir, que el mundo ideal fuese un cielo estrellado con muchos seres luminosos y no con un solo astro rey que encandila y borra la luz de los demás. Para esto es imprescindible encontrar mi verdad (mi luz), distinguirla de la de los demás y al mismo tiempo reconocer la validez de las otras luces.
            ¿Querría esto decir que somos todos por naturaleza seres iluminados? No, asegurar esto me llevaría a estar de acuerdo con otra de las ideas de Platón con la que tampoco estoy de acuerdo, pues es la que da sustento al concepto de verdad única. “…Dice la antropología platónica: que el alma es una esencia encerrada en un cuerpo (fuerte influjo órfico mediado por el pitagorismo) que alguna vez perteneció al mundo inteligible. Ésta circunstancia es la que posibilita que todo el ascenso al mundo inteligible se haga mediante la anamnesis o recuerdo de lo ya contemplado en una existencia anterior como esencia pura (carente de cuerpo) y que posibilita la mayéutica, en la que la obligación de la que hablaba en La República no está contemplada, siendo la imagen propuesta la del maestro que pregunta al alumno para que el alumno empiece a recordar lo que ya había aprendido en su vida en el mundo inteligible. El conocimiento es innato en Platón, como puede inferir de lo que he expuesto.”[2] Si fuera esto cierto, el maestro -o mejor dicho pedagogo- solo tendría que conducir al aprendiz a las puertas dé ese mundo va vivido y todo estaría ya hecho. Yo pienso que no nacemos ignorando que sabemos, que todo lo que sabemos lo aprendemos y hacemos nuestro.
            Si fuimos todos antes una sola idea y solo hemos de recordar nuestro pasado común, cuando alguno imagina -como los artistas- un mundo distinto, dice Platón que es inconveniente para la República. Este es el principio y la razón por la cual los artistas somos incómodos para los regímenes autoritarios, pero aún en las democracias esta idea de mundo ideal único es inconveniente. Volviendo a la imagen de la red de cavernas que plateaba más arriba -donde cada uno se encontraba en su mundo ideal, pudiendo juzgar a otros en sus propios mundos ideales como en tinieblas-, todo estaría tranquilo si cada quien se quedara habitando su caverna con sus prejuicios hacia las cavernas vecinas; pero todo entra en conflicto y caos cuando tratamos de hacerle saber al vecino que se encuentra en un mundo de sombras y que la luz está de nuestro lado, luego él hace lo mismo y reina lo incomprensión, la intolerancia y ese no puede ser un mundo bueno y perfecto.
            Entonces, ¿de qué sirve estudiar? Creo que no nos podemos librar de ser considerados por otros como ignorantes que viven en una caverna habitada por sombras manipuladas por otros. Me parece que el estudio a lo que nos puede conducir es a que el mundo que habitemos sea un mundo de formas construídas por nosotros mismos y no manipuladas por otros; y si además reconocemos la validez, congruencia y conciencia de la construcción de otros mundos –aunque no sean iguales al mío- podremos entonces salir de las cavernas a un cielo estrellado donde podamos convivir.
            Estas reflexiones las puedo relacionar con el difícil mundo del arte, donde muchos “artistas” creen haber encontrado la luz y juzgan a los demás como ignorantes. Lo peor de este tipo de gentes es que para sostener su condición de “iluminados” se rodean de un séquito de iniciados a los que encierran en cavernas para sólo mostrar sombras y les inhiben de salir a buscar construir sus propios mundos mediante los prejuicios de que si las cosas no son como ellos dicen entonces son malas e imperfectas.

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