viernes, 15 de junio de 2012

DE LA CALLE


Karolina Alemán

El pan de cada día al escupir gasolina frente a la flama en los semáforos.
Anónimo.


En la búsqueda de un estilo artístico, en este caso de dramaturgia, me he permitido hablar sobre una obra teatral que me ha conmovido en su totalidad, por lo que me veo en el interés y la necesidad de conocerla más a fondo para lograr el conocimiento sobre qué en realidad quiso decir el dramaturgo con su obra. Para esto, es necesario hablar a grandes rasgos sobre la obra general del autor, para después adentrarme a la obra en sí, que es el objetivo.

Antes que nada, la dramaturgia es el arte de componer una obra dramática. Se conoce como dramaturgo a quien escribe las obras para que sean representadas en un escenario,  o algunas veces éste adapta otros libros a dicho formato. La tragedia, por su parte, es una forma dramática cuyos personajes protagónicos se ven enfrentados de manera misteriosa, inexpugnable e inevitable contra el destino o los dioses. Las tragedias acaban generalmente en la muerte o en la destrucción física, moral y económica del personaje principal, quien es sacrificado así a esa fuerza que se le impone, y contra la cual se revela con orgullo insolente o hybris. También existen las tragedias de sublimación, en las que el personaje principal es mostrado como un héroe que desafía las adversidades con la fuerza de sus virtudes, ganándose de esta manera la admiración del espectador, como es el caso de Antígona de Sófocles.

“De la Calle”, obra dramática trágica de Jesús González Dávila. Actor, dramaturgo, director de teatro y cine, además de guionista. Nació en la Ciudad de México, el 5 de mayo de 1940. Murió en la Ciudad de México el 8 de mayo de 2000.

Sus obras retratan de manera sobrecogedora el mundo de las urbes y su terrible realidad: “En ella [su obra en general] presenta prototipos de los bajos fondos; los marginados, los desadaptados sociales y otros a los que siempre lleva a situaciones límite, ya sea por su conflicto interno o por el rechazo social. Crea un ambiente de angustia e inseguridad que los envuelve, los atrapa y del que sólo les permite escapar mediante el vicio, la locura o la muerte. La miseria, la corrupción, la rebeldía, la crisis de pareja, de la familia y de la sociedad son algunas de las constantes de su obra”.

Sinopsis: El guión narra la historia de Rufino, uno de los más de 16 mil niños De la Calle que habitan en el inframundo de la ciudad; con apenas trece o catorce años de edad, comparte su soledad con Xochitl, otra jovencita que busca, como todos, una mejor esperanza de vida. La historia es una tragedia combinada, de la ya sabida corruptela judicial en el narcotráfico y la búsqueda de identidad por parte de Rufino, quien trata de encontrar a un tipo conocido como "El chícharo", su padre, a quien nunca ha visto. Un día, empujado por las circunstancias, decide buscar a su padre…

En primera instancia y sin duda alguna, cabe señalar que lo claro y evidente de la obra “de la calle”, desde el primer cuadro, es que es una obra trágica. Puesto que se comienza por conocer al protagonista junto con el ambiente y atmosfera dentro de los que se desarrolla. Por obviedad desde el primer momento te percatas que no es una historia muy común, sino todo lo contrario, desde la forma de hablar de los personajes, los elementos que resalta el dramaturgo sobre el espacio y los objetos dentro del mismo, incluso la ciudad misma donde acontece el drama.  La historia de Rufino, un niño huérfano, que no conoce la palabra mamá o papá. Un niño como cualquiera; con esperanza de poder algún día tener una buena vida y por consiguiente lleno de sueños. Los cuales desgraciadamente se ven muy lejanos gracias a las circunstancias que lo rodean. Sin embargo él intenta luchar contra todos los obstáculos para ganarse el pan de cada día. Desafortunadamente lo hace rodeado de malas influencias, jóvenes de mayor edad que él, que lo obligan a realizar delitos para sus propios fines,  persuadiéndolo con que le darán una buena paga. Cayendo así un mal día en manos de la policía y olvidado por ellos. Logra salir de la cárcel el mismo día que ingresó, ya que un señor del barrio se acomide a sacarlo. Desgraciadamente lo hace porque quiere obtenerlo sexualmente, ayudado por una vecina, que le mete ideas del “buen señor” a Rufino.

Un día decide buscar a su padre; pues le han dicho que está vivo. Así que sin pensarlo se dispone a la aventura. Lo único que él desea es conocerlo.

Rufino: Quiero saber cómo es… Quiero verle la cara. Ver cómo se ríe. Oírlo hablar… Oír qué cosas dice… Nomás quiero decirle quién soy. Que sepa que existo. Porque seguro ni sabe. 

 Después de varios comentarios e indicaciones que recibe sobre dónde está su padre, cada vez se aproxima más a él. Hasta llegar el momento en que lo tiene frente a sí, no percatándose de su presencia, puesto que jamás lo ha visto y mucho menos jamás imaginaría que su propio padre, vestido de mujer, trataría de violarlo justo el preciso momento en que lo ha encontrado.

Rufino: Busco al Chícharo.
Chicharra: Ah… valla. No quieres con la Chicharra. (Silencio.) El Chícharo… ¿Quién te habló de él? (Un silencio. Se despoja suavemente de la peluca dorada; su voz es ahora más grave. Es notorio que es hombre.) Aquí hay servicio completo, te dije. (Silencio.) Aquí tienes al Chícharo. (Pausa.)  ¿Así te gusto más? Puedo ser tu papacito. Bueno, sácate la mano de ahí y dame un besito. ¿Eh?
De un tirón el travesti le baja el pantalón y trata de penetrarlo. Rufino grita. Del grupo de borrachines anónimos surgen mentadas al aire.

Al día siguiente Rufino, caminando acorralado en lo acontecido y en sus dolorosos pensamientos. Se encuentra inesperadamente con uno de los tipos que dejó que la policía lo atrapara, por el cual es acuchillado e instantáneamente muerto en el lugar que por muy poco tiempo y de la peor manera lo vio crecer; la calle.

Al parecer el mensaje es más que claro por parte del autor. Es evidente que se quiere mostrar la sociedad tal y como es en realidad; sin tapujos, sin mascaras, sin mentiras. No trata de hacerse un teatro fantasioso ni cómico, sino todo lo contrario. Y qué mejor forma de contar la historia que con una vida de este tipo, en la que es notorio el sufrimiento de las personas, más el de los niños, la desgracia, el desinterés por el estudio de los jóvenes por falta de dinero y por consiguiente de comida, por falta de sus padres en el caso de Rufino, además de la completa y total  invasión de las drogas, etc.

Es realmente conmovedora la forma en que los personajes tienen que luchar más por su sobrevivencia como seres humanos que por su seguridad material. Es de valorarse y admirarse el hecho de que niños como Rufino busquen la salida de ese hoyo de oscuridad en el que han permanecido desde su nacimiento. Por eso creo que el autor en esta obra trata de hacer notorios esos acontecimientos. Y por lo tanto lograr en el espectador una enorme transgresión, conmoverlo y removerle sentimientos y emociones las cuales sean un poco difíciles de entenderse y superarse.

Creo que es complicado el hecho de poder decir con total certeza si el estilo de esta obra es Trágico. Sin embargo la mayoría de los elementos que la componen, lo hacen ver de esa forma. Por lo tanto, me atrevo a decir que sí es una tragedia porque cumple con el conjunto de formas pertenecientes al mismo estilo.


“Estas obras que he escrito, van sobre todo con una carga de amor hacia ese niño que hay en ustedes, ese niño golpeado, incomprendido, adolorido y traicionado”.

Jesús Gonzáles Dávila.

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