lunes, 26 de marzo de 2012

PLATÓN, PRÉSTANOS TU MÁQUINA DEL TIEMPO

Platón, préstanos tu máquina del tiempo


Edgar Servando López Aguayo


Licenciatura en Artes UAZ


20 de marzo del 2012



El entorno social actual, tan lleno de ambigüedades, de glorias y malestares, repleto de luz y ahogado con sombra, ¿dónde es que encontramos la verdad?, ¿será en la luz o en la oscuridad? Si nos planteamos el mundo actual, pareciera que todo gira en torno a un sí y un no, un sí confundido por la voz de algún mequetrefe que tiene una opinión para todo y que, a su ver, y el de algunos de sus conquistados, es la verdad. Incluso yo en éste ensayo podría estar fungiendo como el mequetrefe del que hablo, ¿quién va a saberlo?



El buscar verdades absolutas pareciera ser una costumbre arraigada desde que se tiene un registro de la actividad humana como sociedad organizada. Aquellos inicios de la escritura con alusiones religiosas (que más que alusiones parecen alucines) y toda esta estructura jerarquizada donde siempre existe el aclamado “sí” y el aborrecido “no”. Resulta sencillo encontrar sustento a mis anteriores palabras por mero sentido común, pero, por qué negarte, lector, la oportunidad de nutrirte con un ejemplo que, aunque trillado, es completamente adecuado, hablo de La Parábola de la Caverna de Platón.



Una parábola es la puesta de una situación figurada con aspectos relacionados a la vida cotidiana para poder comprenderlos de una mejor manera, dicho esto me pregunto, ¿a caso Platón viajó en el tiempo y describió nuestro presente en su parábola?, de ser así, Platón, préstanos tu máquina del tiempo, podríamos hacer un mundo mejor.



Dejando de lado mi plática con Platón, me permitiré describir de manera breve su ya mencionada parábola. En ella se describe una caverna subterránea con un paso de luz que logra proyectarse hasta la pared de fondo. Frente a esta pared, en el mundo de las apariencias, unos hombres encadenados desde su nacimiento sin posibilidad de ver otra cosa que no sean las sombras de los objetos que ponen a contra luz un segundo grupo de individuos, quienes viven en el mundo de las opiniones. A un lado de ellos, puede verse un camino inclinado y difícil de subir que lleva hacia la salida y con ello hacia la luz. Sólo quienes tengan una voluntad logran subir, y poco a poco van descubriendo la verdad, al inicio encandilados por la luz, pero cuando la ven, intentan regresar a la caverna a compartir lo que ya vieron, son llamados locos y al final hasta son asesinados.



Ahora podríamos figurarnos esta imagen a la par de una campaña política. Vemos gente atada, gente encadenada con los eslabones metálicos de la pobreza y la ignorancia, vemos también un grupo de gente que le muestra a los encadenados la figura de una vida mejor que a ellos llega sólo en forma de sombras. Podríamos delimitar el terreno un poco y crear nuestra propia versión de La Parábola de la Caverna, llamémosla Parábola del 68, suena bien ¿no? Pongamos en escena una sociedad sumisa al poder de un partido político de logotipo tricolor. Tenemos un grupo de gente bajo la rocosa pared de nuestra caverna mexicana que sólo alcanza a ver las sombras de un apoyo mediocre de quienes viven en las opiniones (sí, los mequetrefes de los que hablé al inicio), de unos juegos olímpicos que llenan de satisfacción a quienes están atados, pero hay quienes han caminado, han caminado por un terreno rocoso e inclinado hasta llegar a la cima, y se dan cuenta de que algo no está bien. Esa no es la verdad, tienen que bajar y decírselo a todos, pero son tomados como locos, o están afectando a quienes opinan y eso no es conveniente, por lo tanto son hechos prisioneros. ¿Has escuchado de los presos políticos?, bueno continuando con nuestra parábola, sólo queda el final, son asesinados.



Pecaríamos de ingenuos si sólo habláramos de la parábola en relación a lo político, si bien es la manera más simple de representarnos esa situación, no podemos cerrar nuestro aparato crítico sólo a dejar mal parados a los políticos. Veamos otro sencillo ejemplo, en esta ocasión dibujemos cadenas de mentes cerradas, y figuremos sombras de las palabras que nos dice un mensajero de Dios. Si observamos la historia del cristianismo podemos encontrar el ejemplo perfecto de lo dicho por Platón. Si fueran películas sonaría algo así como ‘de los creadores de la parábola de la caverna, más estruendoso que nunca, ¡el cristianismo!’ Pero dejando de bromas, veamos, el pensamiento cristiano a lo largo de la historia ha predicado una verdad absoluta que es transmitida por pertenecientes a la iglesia en general, no se trata de señalar a alguien, también sería un error. Mucha gente, digamos la que vive en las sombras, se fía ciegamente de éste conocimiento divino, pero, hay quienes han caminado un poco más, para ellos, tenemos un destino catastrófico, son discriminados por la religión y, cuando las ideas son muy contradictorias, incluso se les llega a quitar la vida. Hoy quizá no se vea tanto, pero es bien sabido que hubo una época donde si no seguías la palabra de Dios, te mataban.



Encontramos distintos modos de relacionar lo dicho por Platón con el mundo real, pero falta una perspectiva más inmediata. Luego de concluir un análisis de los dos aspectos más comunes, el religioso y el político, viene a nuestra mente el aspecto social más cotidiano, nuestra vida diaria, ¿qué a caso no vemos estos estadios en nuestro continuo caminar? En el ambiente educativo hemos visto ésta situación algunas veces, nunca falta el profesor pseudo poseedor del conocimiento absoluto, mismo que inculca y debe ser aprendido por el alumno a la perfección. Existe también el maestro cuyos argumentos cargados de opinión propia muchas veces nos convencen sin haber ido más allá .


Si lo vemos un poco más de cerca, la parábola de Platón hace una metáfora de lo que es el poco criterio de algunos y el alto ego de otros. Me parece que todos en alguna ocasión hemos estado encadenados y todos hemos sido también la proyección de una sombra, me parece algo natural. El ser humano por naturaleza busca acercarse a una verdad bajo la cual se pueda cobijar. Unas veces nos alojamos en la comodidad de un pensamiento que proviene de la imagen de alguna aparente autoridad intelectual o moral. Otras creamos nuestras propias, aunque no muy bien analizadas opiniones, pues buscamos una salida fácil y, en el momento en que nosotros mismos llegamos a una conclusión un poco más buscada, nos juzgamos de locos, nuestra propia mente es una caverna en constante devenir.



Ahora, me pongo a pensar, si en los tiempos de Platón resultaba difícil acordar alguna verdad. El mundo globalizado en el que nadamos hoy lo vuelve una tarea un tanto más complicada, no porque haya más cosas qué conocer sino que fácilmente te puedes encontrar por cualquier lado con el pensamiento de mentes atrofiadas por la crisis posmoderna y los momentos de ocio poco aprovechados. Además, poco a poco la humanidad se vuelve dependiente de una verdad más absurda que ninguna otra, una realidad teledirigida y manipulada únicamente por intereses económicos del monopolio que es quien verdaderamente controla al mundo y hace que las leyes se muevan a su antojo. Nos estamos convirtiendo cada vez más en lo que Giovanni Satori llama Homo Videns, un tema que merece la pena profundizar, pero no es lo que nos compete por el momento.



El hombre de la actualidad busca la verdad en un poder carente de sentido, las ganas de superarse están en el aplastar a los otros y no en el bien de una sociedad conjunta. Para Platón, quien ha llegado a la luz se da cuenta de la falsedad del valor que se le atribuye a algunos rasgos de superioridad en la zona de las sombras, y esto se vuelve hacia una sencillez, en ese sentido, entiendo que quien verdaderamente está iluminado, no quiere ni necesita un gran reconocimiento, es decir, esto no alimenta su ego, sino que, por el contrario, lo convierte en un hombre más consciente de que hay más por averiguar. Así es como me represento la imagen relacionándola con el aquí y ahora, la verdad es que las personas más sabias que he conocido tienen un grado de modestia que es lo que realmente nos hace admirarlas, en contraste con la actitud ególatra del charlatán.



Para Platón, el iluminado es el hombre ideal para gobernar, quien ha contemplado la luz de la sabiduría, tiene la capacidad para gobernar con justicia. El iluminado aceptará el mando no por el deseo de poder, sino porque es algo que tiene que hacer, y esto puede resultar muy interesante si lo intentamos relacionar con los gobiernos actuales. En realidad, ¿Qué gobernante es desinteresado del poder? Una pregunta para reflexionar. Creo que ahí radica el problema de los gobiernos actuales, quienes buscan privilegios para una clase de ciudadanos, y no se preocupan, como dice Platón, en unirlos a todos para fortalecer los lazos del Estado.



¿Y quién conoce la verdad, si muchas veces lo que se acerca a ella es pura subjetividad?, con el avance de la ciencia y los progresos tecnológicos tenemos sentadas bases que nos ayudan a comprender el mundo natural, pero el universo social es tan amplio que resulta complicado intentar tener noción de todas las verdades y misterios, sólo nos queda continuar pensando hasta llegar, aunque sea parcialmente, a esa verdad de la que habla Platón.